Cuarta
Parte
EL
ENCARE
Una
vez dominado el tema de la visión binocular, la lateralidad cruzada y el ojo
dominante; hay algo que se fusiona con todo lo anterior para incrementar la
capacidad del cazador en abatir sus blancos: el encare correcto del arma. El
encare es la suma de movimientos corporales necesarios para colocar un arma en
la posición de efectuar disparos razonablemente efectivos. Contrario a lo que
muchos creen, no es simplemente levantar la escopeta y colocarla contra el
hombro. En el encare participan prácticamente todos los músculos de nuestro
cuerpo. Con la práctica continua, pasará a convertirse en un acto reflejo en el
que no reparamos de forma consciente. Lo ideal sería contar con un arma cuya
culata se ajuste a nuestras medidas personales, pero esto no siempre es
posible. Constituye una práctica habitual en muchos cazadores llevar la culata
hacia el hombro y luego bajar la cara hasta apoyar la mejilla. Grave error. La
primera condición de un buen encare es llevar el arma a la cara y nunca la cara
hacia el arma. El encare se puede comparar en cierta medida con la realización
de un drive perfecto en el tenis, un swing del bate en el béisbol o del palo en
el golf. Intervienen, desde la posición de las piernas, hasta el balance del
cuerpo y el agarre del arma. La segunda condición es que durante los
movimientos del encare, nuestros ojos y la punta de la escopeta deben seguir
constantemente la trayectoria del blanco. Se mantienen así, en un movimiento
fluido y continuo, mientras el arma va ascendiendo rápidamente hacia nuestro
rostro. Un correcto balance del cuerpo beneficia sin dudas un correcto encare,
pero la dinámica de la caza impide que siempre tengamos una posición correcta e
inamovible del cuerpo con referencia al blanco. Contrario al tiro de precisión,
el tiro de caza es instintivo y debe decidirse en fracciones de segundos
estemos en la posición que estemos. Lo ideal sería, cuando disparemos desde la
posición de pie, mantener el cuerpo ligeramente balanceado hacia el pie
adelantado. Lograr un correcto encare depende de la práctica, pero esta no solo
se circunscribe al momento de la caza. Por el contrario se logra mucho más
aprendiendo a encarar en “seco”. Un método muy fácil de realizar y que podemos
practicar en casa, es encarar una y otra vez desde cualquier posición (parado,
sentado, incluso acostado). Tomamos un objeto pequeño de referencia (un cuadro,
un jarrón, etc.) observándolo directamente y con la escopeta en posición baja
agarrada con ambas manos. Luego cerramos los ojos y realizamos el encare sin
mover la cabeza ni un milímetro. Con la escopeta apuntando supuestamente al
blanco, abrimos ambos ojos y comprobamos si la posición es correcta. Al inicio
nuestro ojo dominante quedará muy alto o muy bajo, corrido hacia la izquierda o
hacia la derecha. Repetiremos varias veces para ir corrigiendo la posición en
que el borde superior de la culata toca nuestro pómulo para que el ojo
dominante quede en el lugar correcto. Cuando la alineación sea perfecta debemos
memorizar el lugar exacto de nuestro rostro donde la culata contactó. Podemos
ayudar a nuestra memoria oprimiendo con un dedo ese lugar del pómulo. Siempre
que situemos la culata en ese punto, la alineación con el blanco será perfecta.
Y ya podemos irnos de cacería y comprobar lo aprendido.
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